Mariel, la hermana mayor

La chancleta mayor de mamá Nora y papá Nestor. Llegué a la tierra después de cinco horas de darme la cadera de Norita en la frente… (y dicen que sigo igual de terca) un 29 de noviembre del ahora muy lejano 1991. Así que si sos rápido con las cuentas ya sabes que tengo 22 (casi 23) años.


Durante primaria y secundaria me sometieron al “¿Y que vas a ser de grande?” muchísimas veces, a las cuales siempre cambiaba mi respuesta “Abogada y escritora”, “Doctora y escritora”, “Forense y escritora,”, “Cazafantasmas y escritora”. Elegir una carrera me era casi tan difícil como elegir un solo color de pelo (tuve verde, rosa, roja, azul, violeta, arcoíris).  Hasta que un día me di cuenta que no me gustaba ni ser abogada, ni forense, ni policía, y mucho menos doctora… me gustaban las series y películas de forenses, policías, doctores y abogados (y de vampiros y cazavampiros y cazafantasma y mafia y todo). Así que cuando salté de la secundaria a la vida adulta me anoté en el ISER para ser de grande Guionista de radio y televisión. Di mi examen de ingreso con apenas 18 y subí a recibir mi diploma de guionista a mis 21.



Y seguía sin ser grande pero ya era guionista, al menos. O eso dice mi título aunque todavía no me llamaron de Disney para hacer Toy Story 6 así que no sé muy bien si lo soy o no. Mi amor al séptimo arte me llevó a seguir intentando ser grande en el IUNA estudiando la Licenciatura en artes audiovisuales. Y todavía ando por ahí así que sigo sin llegar a ser grande para saber bien qué soy (parece).  Pero no sólo estudié en mi vida si no que viví un poquito. Fui anti todo, anti a tu anti, anti a la vida y me creí punk por llevar pelos de colores, rapados, y ropa negra. Escuché esas bandas que hacían que papá me dijeran “ay marieli la vida no es tan oscura”. Y un poco le creí porque luego fui un poco hippie abraza arboles. Vegetariana (por siete años), activista, anti ducha! (algún anti debía guardarme, nosierto?). Y pasaba mis findes en ONGs.


Y después… después me enfermé. Un día vi una mancha en un ojo y se me ocurrió decirle a mi oculista (que por esas casualidades en esos días me estaba revisando la miopía) “Sabe doc? Hace un par de noches que veo una manchita… será porque leo mucho antes de dormir?”. Y así nomás, una manchita denotó un año de estudios, pinchazos, tomografías, dolores de cabeza, doctores integrados, papases preocupados y miedo, muchos miedos. Hasta que un poco aliviados por encontrar la causa y muy a tiempo y preocupados por lo que era me sentaron y dijeron “tenés hiperpresión intercraneana idiopática… presión, en la cabeza… y lo otro quiere decir que no tenemos idea del porqué”. Y así como cerré un capítulo de interrogantes, empezó otro de pastillas por la mañana, almuerzo y cena. Y gimnasio y dieta. Dijeron que aunque el sobrepeso no es la causa si lo agravaba.  El riesgo? Perder la vista. Así que me mordí las vergüenzas y mis “odio la actividad física” y me obligué a ir (sin vista no puedo leer tanto ni ver películas!) Resultó que nunca odié la actividad física, pero para quien es gordito desde los 5 años se lo convence y se autoconvence que es imposible le guste o sea bueno en lo deportivo. Mentiras. Mis kilos iban en descenso y mi amor por las pesas en aumento. Bajé 40 kg (quizás si estaba bien que me mandaran a bajar de peso, no?) y encontré una nueva pasión: el entrenamiento. Resultó que era buena, capaz y lo más importante, me encantaba. No voy a mentir, me encantó sacarme el cartel de gorda por el de normal. Pero más me gustó ser dueña de MI MISMA. Y ver lo fuerte que era capaz de ser. Me sentí un poquito la heroína del libro y no la mejor amiga. Y así, como se ve que me gusta estudiar, comencé mis estudios para ser profesora e instructora. Siendo dos mis metas: inspirar y ayudar. Si yo pude vos también. Y algo mejor, entreno dos horas al día y leo uno o dos libros a la semana. Me gustan esos dos mundos tan opuestos (o que la gente cree opuestos) colapsar. Y cada una nutre al otro. Soy mejor lectora y escritora por las experiencias que el entrenar, enseñar y compartir en los gimnasios me enseñan. Y mejor profesora por lo que los libros me dan. 
Ahora que tienen todo un panorama de mi persona les cuento que me llamo Mariel Jimena. Como MarielA pero sin la A final, gracias. Jimena con jota. Sí, ya sé que hay con g y x pero dije J. Amo las películas, los libros, las pesas, el chocolate, a mis hermanas, a mis perros, a mi novio (que de él ni hablo porque me armó una saga de 500 libros… in your face, cassandra clare). Y aunque crean que me emocioné y escribí toda mi vida, en realidad no es ni la punta del iceberg (cuidado, titanic).  

Y aunque sea  más infantil que mis hermanas menores, vengo advertirles, a ustedes muchachitos, que levanto más de 100 kg con estos brazos… alajaos de mis hermanitas!



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1 comentario:

  1. Che, ¡qué historia de vida y eso que sólo tenés 22! Me encantó leerla y estoy esperando leer lo que vendrá :) Escribís muy bien y de una forma tan coloquial como si estuviéramos teniendo una charla de amigas, tomando una chocolatada y comiendo churros.
    ¡Te felicito y te leo!

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